domingo, 27 de marzo de 2011

Ensayo sobre "manifiesto de una lengua común"

Antes de hablar de cultura, mestizaje o lengua, hay retroceder hasta pensar bien en quien somos. Todos nos creemos más castos y puros que los compañeros de al lado, todo el país más que el país de arriba, presumimos de que nuestra cultura es mejor y más antigua, pero inútilmente…

Las teorías de la evolución incluso muchas de ellas se contradicen, pero parten ya de la premisa de que todos nacimos más o menos juntos con las mismas facultades, evolucionamos y migramos.

La cultura de hoy día no es nada más que una mezcla de culturas que ya existían y que a su vez derivan de otras. Todas ellas se imponían sobre otras, se inspiraban o copiaban en otras de los pueblos de al lado. Esto es así porque lo que se preocupara era una supervivencia más fácil y unas costumbres mejores. ¿Dónde acaba y empieza otra cultura? ¿Termina con los límites geográficos o está acorde con las necesidades?

La lengua y la cultura siempre caminan de la mano, quizá inseparables, pero ambas penetran en los pueblos de igual manera, de forma integrada o impuesta, pero se extienden como el viento.
Hay gente que reprocha a los romanos y a los árabes, o los visigodos, a los celtas y a los íberos por habernos trasmitido su cultura, pero, ¿qué seríamos sin ellos?…

La sociedad más desarrollada se acaba imponiendo sobre todas las demás, ya sea por una guerra, por su lengua, su comida, por el comercio. Esto ha sido así y seguirá siendo, porque la cultura ni se acaba ni se desgasta, se nutre y se transforma.

La lengua, un canal o herramienta que nos sirve para comunicarnos, siempre está en boga de todos.

El estado Español, compuesto por 19 Comunidades Autónomas, tiene algo imprescindible y común entre todas, su vehiculo, su lengua.
A partir de aquí, hay muchos separatistas que piensan que su comunidad autónoma es un estado reprimido y con lengua propia a la que hay que liberar. Por tanto el castellano no es su lengua natural sino una imposición. Dato que no comparto.
El texto aboga por la unidad lingüística, por el respeto y la tolerancia, pero siempre manteniendo al castellano.
Esto es así, porque del respeto y la tolerancia se lleva a la restricción y a la imposición de esa lengua que es en un principio minoritaria.
Se defiende la normalización lingüística, que no es nada mas ni nada menos que favorecer y compartir los usos lingüísticos para las dos lenguas.

Hasta ahí, todos podemos estar de acuerdo, el conflicto viene cuando además de compartir los usos lingüísticos como por ejemplo valenciano y castellano, hay algunos que se intentan restringir a favor de la minoritaria excusándose en que esto no afecta realmente al estatus del castellano.
Es decir, le das la mano como un derecho y te cogen el codo, hecho que cada vez sucede más.
Ejemplo: cambiar la configuración de los ordenadores a valenciano en la Universidad de Alicante cuando la mayoría no sabe ese idioma. Se ha pasado de defender la igualdad a imponerse obligadamente junto a la otra.

Lo más grave de todo esto es que estos pensamientos lo adquieran los políticos y en lugar de compartir la docencia en castellano valenciano acaben imponiéndola únicamente al valenciano, dato que me suena ya relevante en la famosa Catalunya.